Los estilos artísticos de Akhenaton
Rostro de Akhenaton (fragmento de relieve), imagen deformada hasta lo grotesco |
Akhenaton con la corona blanca, también deformada (relieve) |
Rostro de Akhenaton no deformado (fragmento de estatuilla) |
Este busto muestra un faraón adolescente y hermoso. ¿Akhenaton o su hijo? |
Akhenaton, un joven extraordinariamente hermoso, si es que no es Smenkh-Ka-Re (cabeza de estatua) |
De los estilos artísticos de la época de Amenhotep
IV-Akhenaton se han dicho desde meras inexactitudes hasta los
absurdos más flagrantes.
Una inexactitud es
la propia denominación "arte amárnico", ya que se refiere a un
estilo que no comenzó en Amarna sino en Tebas, y no hay uno,
sino varios estilos distintos, por lo que sería más preciso
llamarlos "estilos de Akhenaton" o "de Amenhotep IV-Akhenaton".
El primero de estos estilos representa al rey de la forma
clásica, ya que es el estilo de la XVIII dinastía. El segundo,
todavía en Tebas, supone un cambio radical con una
estilización extrema hasta la deformación, que continúa en
Akhet-Aton o Tell-el-Amarna, si bien allí se hace paralelo de
un tercer estilo, más naturalista que el clásico egipcio, pero
no deformante, concurriendo también varias modalidades intermedias.
Una afirmación absurda es llamar "naturalista" a todo el
llamado arte amárnico. Precisamente el estilo que más recibe
este calificativo es el más alejado del naturalismo : una
estilización extrema entre monstruosa y caricaturesca. Sí que hay
un arte naturalista propiamente amárnico, pero ya no muestra
estas características, y, justo cuando se acerca más a una
representación naturalista, se dice que es una "suavización del
naturalismo". Todo ello se basa en el prejuicio de que
Akhenaton era físicamente un monstruo y que sus
representaciones más extremadamente deformadas son justo las más
exactas, olvidando así que hasta la propia Nefertiti aparece
igualmente deforme. Esto se ha interpretado como que Akhenaton,
viéndose horroroso, quiso representar a todo el mundo como a
él mismo, lo cual es un grado de estupidez al que nunca
llegó siquiera el faraón probadamente deforme Siptah (por
cierto, llamado también Akhenre, que viene a ser Akhenaton en
sus significado).
Hay representaciones de
Akhenaton que lo muestran como un joven realmente hermoso,
aunque sea con una belleza delicada, alejada de un ideal
hercúleo o apolíneo. Y estas representaciones bellas y
naturalistas (no deformantes), se dan entre mediados y finales
de su reinado. Ya hemos dicho que sus primeras representaciones
pertenecen al arte egipcio clásico y no se diferencian de
las de los demás faraones de la XVIII dinastía; los rasgos de
Amenhotep IV en este primer estilo no se distinguen de los
de su padre. Luego surge, de forma rápida, casi repentina, una
deformación más que caricaturesca, no sólo del faraón, sino de
toda la corte, lo que, pasado un tiempo, da lugar a un arte
bello, sin las rigideces del clásico egipcio, con más detalles
naturalistas y sin deformaciones.
¿Es que el
faraón nació y creció guapo, luego de repente se volvió feo, y,
finalmente, otra vez hermoso? Esto no tiene sentido, pero es
lo que dan a entender muchos libros al hablar del "arte
amárnico", pues, justo cuando el estilo de representación es más
realista y naturalista es cuando los escritores hablan de
"suavización" del realismo o del naturalismo, como si esa
jirafa morruda y nalguda, de la que hasta la corona faraónica
se ve claramente deformada, hubiera podido existir de veras.
El misterio es cuáles fueron los motivos de que Amenhotep
IV-Akhenaton impulsara, durante una cierta época, una estilización
deformante en extremo.
Las momias de la
tumba KV55 y de Tutankhamon no muestran malformaciones que
provean una explicación. Aun en el caso de que la momia de
la KV55 sea Smenkh-Ka-Re y no Akhenaton, la comparación de su
ADN con el de otras momias de la dinastía prueba que era de
su familia, y no se han detectado alteraciones genéticas que
produzcan malformaciones. Ni siquiera la endogamia extrema las
produce necesariamente : un faraón tan hermoso como Men-Kau-Ra
(Micerino) era hijo y nieto de parejas de hermanos, mientras
que los padres de Akhenaton, si acaso eran parientes, tan sólo
serían primos (se sospecha que la abuela paterna de Akhenaton
podría ser hermana de Yuya, el abuelo materno).
Descartadas las motivaciones naturalistas basadas en la
patología, quedan como posibles explicaciones la religión y la
protesta, aunque no hay que descartar la puesta en práctica de
consejos ajenos malintencionados, como se expone en la novela Waenremib.
Desde el punto de vista religioso, la representación del varón
como un ser andrógino (las mujeres siempre aparecen totalmente
femeninas, incluso con gran exageración de sus formas) podría
explicarse por la naturaleza sexualmente autosuficiente de Atón,
capaz de engendrar vida por sí solo, y creador, además, de los
sexos separados, encarnados en la primera pareja, Shu y Tefnut.
Pero se puede representar al faraón con la androginia del
Creador sin transformarlo en un monstruo de fealdad, y sin que
la bellísima Nefertiti parezca un espantajo. El feísmo del
segundo estilo de Akhenaton tuvo que tener otros motivos.
La única explicación religiosa del feísmo en el arte de
Akhenaton se aproximaría a la que se da para el arte
románico. Si en éste la fealdad tiene, en primer lugar, la
intención de evitar la idolatría (cosa que no logra, puesto
que aún se veneran imágenes románicas), en el segundo estilo
de Akhenaton la fealdad tendría por objeto mostrar que la
verdadera belleza consiste en adorar a Atón, y que el aspecto
físico es vano sin la belleza espiritual, lo cual también
sería aplicable al arte románico.
Otra
propuesta de explicación del feísmo del segundo estilo de
Akhenaton es que el faraón quiso mostrar su protesta contra
el orden establecido, contra una cierta forma de política o
contra el clero de Amón. Es posible que hubiera una cierta
protesta, pero no hay que confundir la mentalidad de la época
con la imperante en la actualidad. Para un faraón, la protesta,
la ruptura y la innovación podían ser, hasta cierto punto, una
necesidad o un medio, pero no una virtud o un fin; nunca
eran algo deseable por sí mismo, como parece ocurrir ahora. Los
faraones se honraban de mantener o restaurar el orden antiguo,
de recobrar la pureza original. La innovación por sí misma y
la alteración del orden tradicional se veían generalmente como
perniciosos.
Una combinación de la explicación
religiosa y la de la protesta con una tercera es la que
aparece en la novela Waenremib : Akhenaton habría querido
representar sus ideas religiosas (la verdadera belleza es la
adoración de Atón) y protestar contra ciertas actitudes del
clero, pero su atrevimiento se debió, sobre todo, a los malos
consejos de alguien que buscaba su perdición. Cuando un
gobernante quiere falsear su imagen para reforzar su poder, se
hace representar con una apariencia mejor que la que tiene, no
peor, y jamás escogerá una deformada hasta más allá de la
caricatura. Un faraón no buscaría que se rieran de él y le
perdieran el respato. Pero un joven de dieciocho años
obsesionado con la religión es alguien sumamente manipulable, ya
sea un chico moderno captado por una secta o un antiguo
egipcio tratando de reformar una tradición milenaria (más éste,
incluso). Y no digamos si se trata de un chico superdotado
que no comprende el mundo porque ve que no encaja en su
lógica exacta ni cuadra con el orden divino perfecto que su
educación le ha inculcado. Este pudo muy bien ser el caso de
Akhenaton, con el agravante de que ostentaba el supremo poder
político y tuvo la desgracia de confiar en personas dispuestas
a arrebatárselo : traidores que socavaron su autoridad
perjudicando su imagen, y que lo hicieron aprovechando las
tendencias e ideas del propio Akhenaton contra él mismo.
En cuanto al tercer estilo artístico de Akhenaton, más
realista (y, sin embargo, denominado "realismo suavizado") muy
bien pudo deberse a que alguien con mejores intenciones (tal
vez Nefertiti) hizo notar al rey que, si quería ser fiel a
la verdad, debía dejar constancia de su verdadero aspecto. O
quizá el propio rey, concluida la protesta o viendo que no
surtía el efecto deseado, se cansó de imágenes antiestéticas.
Es de notar que, en este período aparecen imágenes de un
faraón muy joven, en algunos casos claramente adolescente o
niño, que se han catalogado, sin más, como "de Akhenaton" o "de
Akhenaton con Nefertiti, dando por sentado que son ellos (que
ya no tendrían esa edad), pudiendo tratarse de Smenkh-Ka-Re con
Merit-Aton o hasta de Tut-Ankh-Amon con Ankh-es-en-Amon.
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