Mensajes privados a través de Facebook de algunos lectores ofendidos que me bloquearon toda posibilidad de respuesta me han convencido de la necesidad de responder de forma general para demostrar que agradezco la crítica (que ayuda a mejorar y a aclarar las cosas, a diferencia del puro insulto troll).
Se ha calificado el contenido de este blog como incomprensiblemente ofensivo, fruto de la más absoluta ignorancia de lo que es hoy la egiptología, a la que, en la presentación de este blog, insulto gravemente.
Creo que el motivo de esto es que hay lectores que piensan que, al menos actualmente, la Egiptología no necesita absolutamente nada que no proceda de ella misma, y que quien se atreva a a ofrecerle algo desde el exterior comete una gravísima ofensa contra ella.
En ningún momento pongo en duda que, en el seno de las más altas instituciones académicas y en las publicaciones destinadas a los especialistas hay una admirable combinación de rigor científico y amplitud de miras. Lo que es más : es sólo porque creo que existe ese paraíso que tengo el deseo de que se extienda.
Pero tal condición intelectualmente paradisíaca no ha llegado en suficiente medida a la divulgación. Esto hace que haya incluso afirmaciones que, tras haber sido probadas falsas por la arqueología y desmentidas por los especialistas en los círculos académicos, siguen publicándose vez tras vez en libros de Historia (no en meras novelas o blogs).
Los autores de estos libros son profesionales con títulos académicos y hacen afirmaciones presentadas como hechos probados, no como hipótesis. Y no son excepciones : las creencias y prejuicios que ellos difunden están generalizados, y son la mayor parte de los que se propagan por los medios de comunicación y los que enseñan muchos profesores universitarios.
Leyendo publicaciones sólo para egiptólogos puede uno convencerse de todo lo contrario de lo que dicen al gran público las obras de otros egiptólogos. En otras palabras, hay una brillante cúspide dorada, pero la base divulgativa es, con honrosas excepciones, pedregosa, arenosa y hasta polvorienta.
Si esta base pedregosa y arenosa de divulgación consistiera sólo en escritores de novelas y blogs, bastaría con descartarla y asegurarse de que la información proviniera sólo de fuentes académicas. Pero muchos de quienes difunden errores y disparates tienen títulos, autoridad y prestigio, al menos de cara al público lego en la materia. Es, sobre todo, a eso a lo que me refiero cuando digo, en la presentación del blog, que la egiptología necesita aire fresco (y no porque crea que, como investigación, esté atrasada o que sus instituciones no estén abiertas al progreso).
En la cúspide de esta disciplina cabe señalar tan sólo un pequeño problema, fácilmente subsanable : faltan hipótesis realmente nuevas, que no sigan girando en círculos alrededor de los viejos prejuicios. Tratar éstos como si fueran verdades intocables y autoevidentes lleva a que los datos objetivos parezcan contradecirse entre sí. Hay que buscar nuevos modos de explicar los mismos hechos sin recurrir a nada externo a ellos.
Para hallar nuevas hipótesis, hace falta imaginación. Pero el estudio y el trabajo minuciosos e incesantes propios de la egiptología dejan poco tiempo para que la imaginación vuele libremente. Hay egiptólogos que son grandes escritores, pero, cuando escriben ficción, suelen limitarse a hacer novelas que, por hermosas que sean y por más que pinten detalladamente la cultura egipcia, no son sino cuadros vívidos de los mismos prejuicios que estancan la investigación histórica o la convierten en una controversia insalvable. Ello es así porque siempre se ve a los principales personajes en unos mismos papeles prefijados, y no se logra imaginarlos en otros, aun cuando la evidencia arqueológica apunte en esa nueva dirección.
Pero el tipo de imaginación que permite construir historias muy distintas a partir de un mismo conjunto de personajes y datos, es la principal o la única riqueza de un novelista, aunque sea literariamente malo en cuanto a estilo. Si tal novelista, bueno o malo, no tiene el menor deseo de llamar la atención mediante el puro morbo ni con la mera rareza chocante, y es capaz de construir historias coherentes (no meramente enlazar fantasías sensacionalistas pero absurdas), quizá pueda, aunque no sea egiptólogo, hallar hipótesis fructíferas a partir de unos datos si dispone de ellos, y hacerlo sin las presiones propias de la vida académica o la investigación en primera línea. Nadie tiene por qué creer tales hipótesis, y muchas pueden ser erróneas, pero si se investigan, al permitir ver los datos desde nuevos ángulos, quizá acerquen a la verdad por eliminación.
Tal ofrecimiento no tiene por qué ser más insultante para la egiptología que la tarjeta con el teléfono de un humilde técnico electricista dejada en el buzón de un doctor en ingeniería informática especialista en computación cuántica. Claro que éste último sabe mucho más de la electricidad que el primero, pero un pequeño problema en la instalación, que el doctor no tiene tiempo de reparar porque tiene que pensar en cosas más importantes, puede hacer peligrar equipos carísimos de la más alta tecnología.
Este blog, además, es gratis y está abierto a la crítica de cualquier error que pudiera contener.
Leyendo publicaciones sólo para egiptólogos puede uno convencerse de todo lo contrario de lo que dicen al gran público las obras de otros egiptólogos. En otras palabras, hay una brillante cúspide dorada, pero la base divulgativa es, con honrosas excepciones, pedregosa, arenosa y hasta polvorienta.
En esta última se puede afirmar casi cualquier cosa como hecho probado sin aportar pruebas :
- Akhenaton asesinó a los seguidores de Amenhotep, hijo de Hapu (Diccionario de dioses y mitos del antiguo Egipto, ed. Oceano, 2004, pág 17).
- Akhenaton se casó con su propia madre, con sus hijas y con el marido de éstas.
- Nefertiti se casó con su propia hija.
- Ay asesinó a Tutankhamon (y dejó, tontamente, más de 100 kg. de oro en su tumba).
- Y un largo etc., más propio de malas novelas que de textos académicos o divulgativos.
Incluso lo que ha sido probado falso sigue enseñándose y difundiéndose :
Atón no es Ra, ni Atum, ni tiene relación con la religión egipcia previa
- Hay estatuas de Akhenaton con forma de Shu.
- Akhenaton jamás cambió su nombre Nefer-Kheperu-Re Wa-en-Re.
- Akhenaton llamá a Atón Shu y Ra-Horakhty
- En Akhet-Aton, como en Heliópolis, había un Ur-Maa, un Ben-Ben, y disposición para enterrar los toros Mnevis, consagrados a la divinidad heliopolitana.
Horemheb era un plebeyo surgido de la nada
¿El Kap admitía niños del vulgo? ¿Cómo pudo Horemheb permitirse tan hermosas estatuas siendo tan joven, si era de origen humilde? ¿Por qué afirmó descender de Tutmosis III? Bien podría haberse proclamado hijo adoptivo de Amenhotep III, o del propio Ay, su suegro, todo lo cual sería más directo y creíble, y siempre podría reforzarse con una mammisi que mostrara a Horemheb siendo engendrado por un dios.
Akhet-Aton fue totalmente abandonada cuando Tutankhamon trasladó la corte y luego destruida por Horemheb
Pero se han hallado allí restos de construcciones de Horemheb.En algunos casos, se puede objetar que los descubrimientos que han demostrado el error son recientes, pero otros son bastante antiguos, y aun así se continúa enseñando y publicando lo desmentido.
Si esta base pedregosa y arenosa de divulgación consistiera sólo en escritores de novelas y blogs, bastaría con descartarla y asegurarse de que la información proviniera sólo de fuentes académicas. Pero muchos de quienes difunden errores y disparates tienen títulos, autoridad y prestigio, al menos de cara al público lego en la materia. Es, sobre todo, a eso a lo que me refiero cuando digo, en la presentación del blog, que la egiptología necesita aire fresco (y no porque crea que, como investigación, esté atrasada o que sus instituciones no estén abiertas al progreso).
En la cúspide de esta disciplina cabe señalar tan sólo un pequeño problema, fácilmente subsanable : faltan hipótesis realmente nuevas, que no sigan girando en círculos alrededor de los viejos prejuicios. Tratar éstos como si fueran verdades intocables y autoevidentes lleva a que los datos objetivos parezcan contradecirse entre sí. Hay que buscar nuevos modos de explicar los mismos hechos sin recurrir a nada externo a ellos.
Para hallar nuevas hipótesis, hace falta imaginación. Pero el estudio y el trabajo minuciosos e incesantes propios de la egiptología dejan poco tiempo para que la imaginación vuele libremente. Hay egiptólogos que son grandes escritores, pero, cuando escriben ficción, suelen limitarse a hacer novelas que, por hermosas que sean y por más que pinten detalladamente la cultura egipcia, no son sino cuadros vívidos de los mismos prejuicios que estancan la investigación histórica o la convierten en una controversia insalvable. Ello es así porque siempre se ve a los principales personajes en unos mismos papeles prefijados, y no se logra imaginarlos en otros, aun cuando la evidencia arqueológica apunte en esa nueva dirección.
Pero el tipo de imaginación que permite construir historias muy distintas a partir de un mismo conjunto de personajes y datos, es la principal o la única riqueza de un novelista, aunque sea literariamente malo en cuanto a estilo. Si tal novelista, bueno o malo, no tiene el menor deseo de llamar la atención mediante el puro morbo ni con la mera rareza chocante, y es capaz de construir historias coherentes (no meramente enlazar fantasías sensacionalistas pero absurdas), quizá pueda, aunque no sea egiptólogo, hallar hipótesis fructíferas a partir de unos datos si dispone de ellos, y hacerlo sin las presiones propias de la vida académica o la investigación en primera línea. Nadie tiene por qué creer tales hipótesis, y muchas pueden ser erróneas, pero si se investigan, al permitir ver los datos desde nuevos ángulos, quizá acerquen a la verdad por eliminación.
Tal ofrecimiento no tiene por qué ser más insultante para la egiptología que la tarjeta con el teléfono de un humilde técnico electricista dejada en el buzón de un doctor en ingeniería informática especialista en computación cuántica. Claro que éste último sabe mucho más de la electricidad que el primero, pero un pequeño problema en la instalación, que el doctor no tiene tiempo de reparar porque tiene que pensar en cosas más importantes, puede hacer peligrar equipos carísimos de la más alta tecnología.
Este blog, además, es gratis y está abierto a la crítica de cualquier error que pudiera contener.
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