Revelaciones olvidadas
El tesoro de Tutankhamon y el faraón Ay
Muchos autores hablan de Ay como de un enemigo acérrimo de Tutankhamon, deseoso de usurpar su trono y hasta de asesinarle. Pero, si esto era así, ¿por qué depositó Ay en la tumba de Tutankhamon tan fastuoso tesoro, incluyendo un sarcófago de oro macizo?
En esa época, Egipto no nadaba precisamente en una sobreabundancia de riquezas que permitiera tales dispendios sin afectar a las arcas del Estado. Ay podría haber hecho colocar a Tutankhamon en un féretro de madera dorada y haberse quedado el tesoro para él. No estaba obligado a hacer lo que hizo; está probado que, ya antes del entierro de Tutankhamon, Ay estaba coronado : era el faraón.
Eso hace pensar que, lejos de ser su enemigo, Ay debió de amar mucho a Tutankhamon, lo cual no resula tan chocante cuando se tiene en cuenta que, según otros indicios (parentesco con Yuya, Tiye y Nefertiti, mención de Tutankhamon como hijo de Ay), es muy probable que Ay fuera el abuelo de Tutankhamon.
El tesoro de Tutankhamon y Horemheb
Horemheb sabía lo que contenía la tumba de Tutankhamon. Aun si no estuvo presente durante el entierro, Horemheb pudo saber todo a través de su amigo Maya, que fue ministro del Tesoro y encargado de la Necrópolis real durante los reinados de Tutankhamon, Ay y Horemheb. Cuando Tutankhamon fue enterrado, Maya fue el responsable de asignar una parte del tesoro real a la tumba, supervisar su empleo y verificar que era depositado allí. Maya conocía, pues, todos los detalles, y por ello, también tuvo que conocerlos Horemheb.
Horemheb sabía perfectamente lo que había en la tumba de Tutankhamon. Una vez coronado, podía hacerla destruir y desvalijar en secreto. Pero no sólo se abstuvo de hacerlo, sino que hizo todo lo contrario : la tumba de Tutankhamon sufrió un intento de robo durante el reinado de Horemheb, y éste ordenó a Maya sellarla de nuevo, con todos los tesoros dentro.
Tras la crisis posterior al reinado de Akhenaton, con una corrupción galopante en todos los estamentos sociales, no es que el rey Horemheb dispusiera de una economía tan boyante que pudiera prescindir fácilmente del oro de Tutankhamon. Y Horemheb sabía perfectamente dónde estaba ese oro. Pero no lo tocó, e impidió que otros lo hicieran.
La explicación, por más que se repita una y otra vez lo contrario, tan sólo puede ser que Horemheb NO era enemigo de Tutankhamon. El tesoro no es la única prueba. La propia tumba menfita de Horemheb muestra a un faraón (Horemheb) como servidor de otro faraón (Tutankhamon). Y las llamadas "usurpaciones" de estatuas y relieves de Tutankhamon por Horemheb muestran a Horemheb con el rostro de Tutankhamon, cuando, para los faraones, la imagen era algo mágico y sagrado.