Es creencia común que Ramsés II era un individuo tan obsesionado con su ego, que se dedicó no sólo a ordenar la construcción de grandes monumentos de sí mismo por todo Egipto, sino también a poner su nombre en los monumentos de otros muchos faraones. La terminología empleada en la historiografía, divulgativa o incluso técnica, no ayuda mucho a aclarar las cosas, reforzando así el prejuicio común. Sólo un estudio más detenido de la historia y la cultura egipcias revela que :
Todos los faraones que pudieron permitírselo (por la coyuntura económica) ordenaron la construcción de grandes y numerosos monumentos. Se suponía que esto formaba parte de las obligaciones de un faraón.
El reinado de Ramsés II es el segundo más largo de la historia faraónica. Es lógico, pues, que se hayan conservado muchos más monumentos suyos que de otros faraones con reinados más cortos, y que, al coincidir con un período de esplendor, tales monumentos pudieran ser magníficos. Pepi II, el campeón en duración, no pudo permitirse esos lujos, y trató de compensarlo por la vía intelectual : su pequeña pirámide es la que contiene la versión más completa de los Textos de las Pirámides (por cierto, en la época de Ramsés II, los faraones ya no se hacían construir pirámides, cosa que Ramsés compensó con estatuas enormes).
La supuesta "usurpación" de monumentos era una costumbre, y con un significado muy distinto al que tiende a atribuirle la mentalidad moderna. Fue practicada por faraones de todas las épocas, y es lógico esperar que los reinados más largos y recientes ofrecieran los ejemplos más numerosos de ella. Es cierto que apenas se conocen de Pepi II, pero, al ser este rey tan antiguo (dinastía VI), es natural que sus propias construcciones fueran re-nominadas por otros faraones posteriores. Al ser Ramsés II mucho más moderno (dinastía XIX), ha quedado mucho más de él, aunque otros reyes hayan re-nominado monumentos suyos. La diferencia es, pues, que Pepi II pudo construir poco y es muy antiguo (hubo mucho tiempo para destrucciones, re-nominaciones, etc.), mientras que Ramsés II pudo construir muchísimo y es mucho más reciente.
Los faraones no ponían sus nombres en los monumentos de otros reyes para engañar a nadie como forma de "plagio" (no había forma de ocultar que esos monumentos ya estaban ahí antes), sino para identificarse con sus antecesores, mostrarse como continuadores del rol de éstos, y para mostrarles veneración, justo al contrario de lo que se pensaría en la época actual. Tampoco se trata de damnatio memoriae, pues se ha descubierto que hubo faraones que pusieron sus nombres en monumentos de reyes a los que rendían culto públicamente (no lo habrían hecho de querer hacerlos olvidar).