El culto a Atón
Akhenaton y su familia adorando a Atón, relieve. |
A menudo se cree (y no pocos egiptólogos han
contribuido a ello) que Akhenaton se sacó de la manga un
dios nuevo que nada tenía que ver con ninguno anterior. Algo
así como que Atón fue un invento de Akhenaton. Pero hay miles
de datos históricos y arqueológicos que prueban falsa tal
idea.
Atón o Atum (Itemu, escrito con el
signo del trineo) es la divinidad más antigua conocida en
Egipto. Se trata del Creador del universo y padre de todos
los dioses, que manifiesta su poder en el Sol. Ya en tiempos
predinásticos se identifica también con el primer Horus,
posteriormente llamado Ra-Horakhty o Ra-Horus de los dos
Horizontes.
Algunos objetan que el dios de
Akhenaton no es Itemu sino Iten (escrito con los signos de
caña-pan-agua), pero olvidan que, al principio, Akhenaton llamaba
a Iten Ra-Horakhty (que se identifica con Itemu), y rendía
culto a Shu y Tefnut, hijos del Atón de Iunu (Heliópolis),
Itemu. Por otra parte, Akhenaton nunca dejó de adorar a Atón
llamándolo Ra, otro nombre del creador heliopolitano. El dios Ra
era simbolizado, desde los primeros tiempos faraónicos, por el
Iten o disco solar, y luego fue identificado, al ascender las
dinastías tebanas, con el propio Amón, divinidad local de Waset
o Tebas.
Quienes se extrañen de los símbolos
osiríacos descubiertos en la tumba y algunos templos de
Akhenaton deberían recordar que Osiris, hijo de Geb y nieto de
Shu, es el biznieto de Atón según la cosmogonía heliopolitana.
Otra cosa es que Akhenaton, por los motivos que fueran,
quisiera acabar con la mayor parte de la iconografía
tradicional y sustituirla por la del disco solar Iten, que, por
otra parte, antes y después de Akhenaton designó la gloria
del mismísimo Amón. Éste, desde su identificación, en el Imperio
Medio, con el dios creador supremo Atón (de Heliópolis) o Ra,
adquirió la simbología solar, que incluye el Iten o Aten,
llamado también Atón. Que para Tutankhamon Amón y Atón fueran
intercambiables o simultáneos también da una pista sobre el
origen de la religión de Akhenaton.
No hay
duda de que Akhenaton cambió muchas cosas, pero no sustituyó
todos los dioses egipcios por uno de su invención, ni por una
divinidad extranjera, ni por él mismo ni por su padre (la
divinidad del faraón y su identificación con Atón formaban ya
parte de la religión tradicional). Lo que hizo Akhenaton, en
términos doctrinales, fue únicamente tratar de llegar al origen,
al núcleo de la religión egipcia, para despojarlo de todo lo
que, en su opinión, la oscurecía y complicaba innecesariamente,
lo cual, pensaba el rey, favorecía intereses espurios que
restaban pureza al propósito original. El fracaso de Akhenaton
se debe, sobre todo, a factores políticos y sociales, y a la
coyuntura histórica del momento. Si hubo algún fracaso en
sentido religioso, fue debido a que el pueblo no comprendió lo
que el rey trataba de comunicar, y a la idea, entonces
imperante, de que "lo correcto es lo que se ha hecho siempre",
ignorando que, al comienzo, las cosas se hacían de modo
distinto, y era ese modo lo que Akhenaton, acertadamente o no,
estaba buscando.
Los egipcios incorporaban a
su religión las deidades extranjeras, llegando a identificarlas
con las propias. No habiendo un monoteísmo excluyente ni un
texto sagrado revelado "de una vez para siempre" no cabe, pues,
hablar de herejías. Y menos aún cuando lo que pretendía
Akhenaton era unificar y concentrar la religión egipcia, no
eliminarla. El sumo sacerdote de Akhet-Aton era el Ur-Maa, como
el de Iunu (Heliópolis); había en Akhet-Aton, como en Heliópolis,
un Ben-Ben (símbolo a la vez fálico y solar; el primer rayo
de sol y el semen de Atón), y se había previsto en
Akhet-Aton el entierro de los toros sagrados Mnevis, como en
el antiquísimo templo de Atón de Heliópolis.
Muchos creen que la religión de Akhenaton era un monoteísmo
excluyente. Quizá era monoteísmo, pero no al modo que ha
marcado la historia de las religiones de este tipo. Se cree
que Akhenaton cerró todos los templos de Egipto y persiguió a
los adoradores de otros dioses, sobre todo a los de Amón,
pero se ha hallado evidencia arqueológica del culto a las
divinidades tradicionales, incluido Amón, y hasta de la
fabricación de imágenes suyas, justo en Akhet-Aton, donde se ha
probado la presencia de una gran fuerza policial y militar,
que, de haber querido, podría haber montado incluso un
precedente de la Inquisición. Además, (dice, por ejemplo, Christian
Jacq), cerrando los templos de todos los dioses, Akhenaton
hubiera suprimido la principal fuente de financiación para sus
templos de Atón (Iten), que copiaban en muchos aspectos al de
Atón (Atum, Itemu, Tem) de Heliópolis.
Se ha especulado mucho sobre el motivo de la reforma
religiosa de Akhenaton. Para algunos, se trata sólo de una
reforma doctrinal, mientras que muchos otros creen que tuvo
motivaciones políticas o de reforma social. No hay evidencias
de la último en el reinado de Akhenaton (las primeras
reformas sociales surgen durante el reinado de Horemheb), que,
si acaso tuvo tal intención, la supeditó completamente a la
reforma religiosa, creyendo, quizá, que ésta traería por sí sola
todo bien imaginable. En cuanto a las intenciones políticas,
varios egiptólogos suscriben la idea de que, con la reforma
religiosa, Akhenaton ptretendía aumentar su poder político, o
disminuir el del clero de Amón. Cabe preguntarse por qué va a
querer aumentar su poder quien ya está en la cúspide del
mismo. Oficialmente, tanto el faraón como los sacerdotes eran
esclavos (hem) de la divinidad y del orden (maat),
pero el faraón ostentaba el supremo poder político y
religioso en la nación, por encima de todo príncipe local y
de todo el clero, incluido el de Amón. No había, pues, motivo
para una reforma que diera más poder al faraón, que en teoría,
lo poseía todo habría que ver hasta qué punto era así en
la práctica). Ahora bien, quizá el clero de Amón había
adquirido una cierta prepotencia que el faraón quería
contrarrestar aliándose con el clero heliopolitano; aun así, tal
cosa podía hacerse sin una gran reforma religiosa, que, lejos
de restaurar el equilibrio, podía hacer peligrar la paz. La
reforma de Akhenaton no parece planificada con fines políticos,
que habrían exigido más cálculo (adquirir un contrapoder sin
generar enemistades).
Conclusiones
1. Akhenaton no era, por principio,
enemigo de la religión de Amón ni de su clero, sino de
ciertas actitudes favorecidas por una parte de éste, menos
interesada en la religión que en los asuntos mundanos.
2.
Akhenaton no pretendía innovar, ni cambiar la religión egipcia,
sino buscar lo que él creía que eran los primeros orígenes y
el corazón doctrinal de ésta, purificándola de añadidos
posteriores. Sus principales ideas eran que todo procede de
Atón (y por ello todas las cosmogonías son reductibles a la
heliopolitana) y que toda imagen de culto hecha por el hombre
es perecedera, pero Atón, con su poder manifestado en el Sol,
permanece para siempre.
3. El Iten o Disco
Solar de Akhenaton no representa sino al Atón o Atum de
Iunu (Heliópolis), despojado de su tradicional figura humana y
representado por su no menos tradicional figura solar, que para
Akhenaton mostraba mejor la gloria divina que la apariencia
de un faraón humano, o la de una figura humana con cabeza de
halcón. A estas alturas, esto no es ya sólo una hipótesis,
pues hay abundantes pruebas; no obstante, los libros no cesan
de repetir las ideas obsoletas y negadas por la evidencia. La
identidad de Iten con Itemu no es cuestión de una semejanza
entre palabras (que no se da en la antigua escritura egipcia),
sino de contenidos doctrinales y de la relación que
Aklhenaton mantuvo con el clero heliopolitano
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