Origen del faraón Horemheb
Confusión de falta de pruebas con pruebas negativas
El problema, al hablar del posible origen del faraón Horemheb, es que a menudo se confunde la ausencia de pruebas directas o explícitas del origen familiar de este rey con una prueba fehaciente de un origen plebeyo. Pero no es lo mismo la falta de datos que confirmen que la presencia de datos que desmientan. La misma existencia de muchos faraones ahora conocidos ha permanecido en la oscuridad del tiempo hasta que ha sido descubierta, lo cual no significa que no existieran y reinaran. El ejemplo más obvio es Tutankhamon.
Es perfectamente posible que Horemheb no perteneciera a la familia real y entrara en ella por matrimonio, tras una larga carrera como alto dignatario al servicio del faraón. Y no es absolutamente imposible que fuera de origen humilde : el rey David había sido pastor, el mismísimo Napoleón procedía de un hogar de clase media baja, y no olvidemos que líderes del pueblo sometido del "Vil Kush" formaron la XXV dinastía faraónica. Pero, al contrario que en el caso de ellos, no se ha hallado mención alguna, en los escritos de la época, de que Horemheb fuera de origen humilde, o siquiera no procedente de la realeza. Hay para él tanta prueba directa de un origen plebeyo como de uno aristocrático o incluso faraónico.
La ausencia de pruebas fehacientes debe llevar a suspender el juicio, no a inclinar la balanza al lado contrario. La falta de pruebas positivas es, a lo sumo, un indicio negativo, pero no una prueba contraria.
Sin embargo, aunque no existen pruebas directas y evidentes de un origen noble o real de Horemheb, no faltan indicios que lo sugieren y que hacen altamente improbable un origen humilde.
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Horemheb y Amenia, su primera esposa |
Indicios de que no era un plebeyo
Aunque la sociedad egipcia faraónica no era de castas o estamentos cerrados, no era más que remotamente probable que alguien de clase baja llegase a la cúspide del poder. Un esclavo podía ser liberado, un obrero podía ascender a capataz o a maestro de su oficio, un sacerdote
wab podía, al final de su vida, llegar a sumo sacerdote, aun siendo hijo del jefe de los zapateros proveedores del templo, etc. Pero una carrera profesional en ascenso llevaba tiempo, y quien fuera a enriquecerse de este modo no lo haría muy joven, salvo que alguien poderoso lo tomase bajo su protección.
Se sabe que Horemheb tuvo una carrera profesional muy larga y meritoria, pero eso no explica por qué era tan rico siendo sólo un adolescente, como sugieren sus primeras estatuas de matrimonio. Para los hombres de clase baja y media, el matrimonio temprano era raro, aunque las mujeres sí se casaban muy jóvenes; un hombre de clase baja debía poder ganar lo suficiente para mantener una familia, y uno de clase media solía procurar adquirir, en la medida de lo posible, fortuna y prestigio propios antes de tomar esposa. Sólo en las clases más altas, y muy especialmente en la familia real, era usual el matrimonio temprano de los varones.
Por otra parte, el que Horemheb o su familia pudieran permitirse las estatuas que se han hallado indica que eran de clase alta, y que lo eran siendo Horemheb muy joven, casi un niño. Es cierto que un personaje que hubiera adquirido fortuna podía hacerse representar más joven, especialmente si las estatuas iban a colocarse en su tumba, pero en este caso solían representarse como adultos de veinte a treinta años, o bien como niños para simbolizar el renacimiento a la vida eterna. Lo raro es que parecieran adolescentes y con un aspecto menos maduro que el de sus esposas, pero así es como aparece Horemheb junto a su primera mujer (él ha sido representado más alto que ella, pero con un rostro más joven). Y no es que ése fuera el aspecto de Horemheb adulto : sus estatuas como escriba lo muestran como un adulto en la plenitud de la edad, como solían representarse quienes deseaban mostrarse jóvenes para siempre. La madurez es aún más acentuada en sus estatuas como faraón, en las que sigue siendo hermoso pero ya no parece un muchacho (y son precisamente los faraones quienes, según parece, tenían más interés en aparecer siempre jóvenes y hasta se hacían representar como niños siendo ya viejos). Sería raro que Horemheb se hiciera representar como adolescente cuando era ya un joven de edad viril (y muy atractivo), y, sin embargo, no lo hiciera siendo ya rey, en su madurez y ancianidad.
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Horemheb y Amenia |
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Horemheb y Amenia |
Posible origen principesco
Las estatuas de matrimonio del joven Horemheb presentan otro rasgo interesante : a pesar de que el rostro de ella es más bien cuadrado (a diferencia del de Horemheb, hermosamente oval), los ojos, narices y bocas de ambos se parecen. Y en sus estatuas como faraón, el rostro de Horemheb es cada vez más parecido al de su primera esposa, por entonces ya fallecida.
La endogamia no estaba prohibida en ninguna clase social, pero en la práctica, la gente común solía evitarla. Al unir familias distintas, se sumaban fortunas y alianzas convenientes, y por ello lo usual, incluso en las clases pudientes, era la exogamia, aunque de vez en cuando hubiera excepciones. Sólo en la familia real era la norma el matrimonio entre hermanos, que se compensaba genéticamente con una poligamia exógama.
Si Horemheb y su primera esposa eran hermanos, puede que ello indique que eran príncipes, aunque eso no sea una prueba fehaciente.Si la familia de la esposa de Horemheb era importante, no es tan raro que nunca se mencione si era la misma de Horemheb. Y si el faraón Horemheb fuera hijo o nieto del marqués Neby (Comandante de las tropas del Camino de Horus en la fortaleza de Tjaru, que tenía un hijo llamado Horemheb), se trataría de una familia con una endogamia repetida, lo cual era muy raro salvo en la familia real.
Otro indicio indirecto es que el faraón Horemheb dice que el rey Tutmosis III era el padre de sus padres, o sea, su antepasado. Pudo hacerlo en el sentido de ser el sucesor legítimo en el trono de este faraón y sus descendientes, pero nada impide (no hay ninguna prueba fehaciente en contra) que Horemheb fuera realmente un príncipe de sangre, descendiente de una rama colateral de la familia reinante a la que sucedió. Que Horemheb, como antes Neby, hubiera estudiado en el
kap (escuela para los hijos del faraón, posteriormente abierta a la nobleza egipcia y a los príncipes extranjeros) podría ser otro indicio en la misma dirección.
La hipótesis de Neby
Neby, príncipe de la marca oriental egipcia, comandante de las tropas del Camino de Horus en Tjaru (Palestina) tenía un hijo llamado Horemheb, según consta en una estela en la que él y sus hijos Horemheb y Meret-Hor homenajean a los difuntos padres de Neby.
En principio, nada confirma ni desmiente que el marqués Horemheb, futuro faraón, sea el Horemheb de la estela del marqués Neby. Algunos autores suscriben esta hipótesis, y es la que se ha seguido en el argumento de la novela Waenremib.
Neby sirvió a los faraones Tutmosis IV y Amenhotep III, bajo cuyos reinados ejerció diversos cargos civiles y militares, entre ellos el de Jefe de Policía. Este último podría haberlo ejercido en Nubia (Kush), si bien hay autores que lo dudan, aunque consta que fue "Superintendente de la fortaleza en la tierra de Wawat" (estela de Neby, museo de Leiden, V43). Se sabe, pero, que durante el reinado de Tutmosis IV estaba ya en Tjaru (Palestina).
Neby era hijo de un sacerdote de Amón llamado Amenemhêt y de la esposa de éste llamada Ta-Tjuia, quizá hija del Horemheb de la tumba tebana TT78, cuya esposa se llamaba Ta-Tjuia o Atjuia; según autores como Cristina Pino (2009) y A. Brack (1980), Horemheb TT78 sería el abuelo del faraón Horemheb. Todo ello, pero, son tan sólo hipótesis.
La esposa de Neby era su hermana Ta-Useret, y tuvieron un hijo llamado Horemheb y una hija llamada Meret-Hor, quizá gemelos, aqunque no hay certeza de ello. Ambos de nombre consagrado a Horus, se les ve juntos en la estela de Neby, y por el tamaño parecen de la misma edad o importancia.
Se ignora si el Horemheb hijo de Neby es el faraón Horemheb, si bien éste, antes de reinar, detentó los mismos cargos que Neby en Tjaru, lo cual señalan algunos autores como indicio. No obstante, hay que tener en cuanta que estos cargos no eran hereditarios, como tampoco lo fue, en sus orígenes altomedievales, el marquesado en Europa, que sólo se heredó cuando pasó a ser un título honorífico, no necesariamente vinculado al gobierno militar fronterizo, del cual había surgido.
Se ha objetado que Neby es demasiado antiguo para ser el padre del rey Horemheb. Otra posibilidad es que Horemheb hijo de Neby sea el padre del faraón Horemheb, o que cierto comandante Tutmosis, que consta al mando de las tropas en Kharu (Siria) en tiempos de Amenhotep III, sea hijo de Neby y padre o hermano del rey Horemheb, si bien este Tutmosis pudo no estar emparentado, e incluso ser sólo el comandante de un castillo y no de toda la marca.
Si la hipótesis de Neby estuviera en lo cierto, podría explicar también por qué el rey Horemheb llama a Men-Kheper-Re (Tutmosis III) el padre de sus padres : Amenemhêt, padre de Neby, sacerdote de Amón, podría ser Amanemhêt, primer hijo del faraón Tutmosis III, supervisor del ganado de Amón, que murió antes que su padre, el cual quizá juzgó que los hijos de Amenemhêt, entonces menores, no serían fuertes, y decidió dar el trono a Amenhotep II, otro hijo de Tutmosis III cuya fuerza era impresionante. Esto no son más que hipótesis, ya que los dos Amenemhêt, el hijo del faraón y el padre de Neby, pueden no ser el mismo sujeto.
Otras hipótesis
Autores como Jacques Pirenne o Cristina Pino creen que Horemheb procede de una familia aristocrática de Hut-Nen-Nesut, descendiente de los gobernadores del nomo. Tal cosa no es imposible, y es mucho más probable que un oscuro origen plebeyo. Ahora bien, falta identificar a esta familia y saber si tiene alguna relación con Neby, hasta ahora no encontrada. También habría que averiguar si acaso hay algún parentesco etre esta familia de Hut-Nen-Nesut y la del faraón Tutmosis III, ya sea o no el marqués Neby un eslabón de esta cadena.
Jugando a ciencia ficción, quizá se pudiera comparar el ADN de la momia de Tutmosis III (o, para más seguridad, también las de Amenhotep II y Tutmosis IV) con el de los restos fetales hallados en la tumba menfita de Horemheb. También hay, en el Museo Británico, un vaso canopo de Neby; si contuviera algún resto, se podría aclarar toda esta historia. Llevando más allá esta, por ahora, fantasía, quizá se pueda comparara el ADN de los faraones de la XVIII dinastía con el de los reyes ramésidas a partir de Mer-en-Ptah, lo cual indicaría si hubo o no continuidad entre las dinastías XVIII y XIX.